martes, 13 de mayo de 2014

¿Cho kóol violíñ tsigó? La agonía de una tradición

El 13 de junio se celebra en Quioquitani la fiesta en honor a San Antonio de Padua, una de las fiestas más representativas de esta comunidad zapoteca de la Sierra Sur de Oaxaca. Este año 2014, como ya ha pasado en otras ocasiones, la realización de los eventos relacionados con esta festividad están en suspenso, aunque por motivos diferentes. Pero el tema que deseamos abordar es otro.

Muchas generaciones de quioquitecos seguramente recuerdan, al hablar de la fiesta de los viejecitos alguno de sus más característicos elementos como el Si (elote), la Kitsy Kyex (bisnaga), el Nip (tepache), el Xkyetsy  («guajilote») y el más sobresaliente de todos Kyeg lo Tâtkól (máscará del tatahuelo) o tal vez tengan muy presente cómo lanzan los panes Meñ nii xsaa kyaxtíly (panadero) o la gallardía de los Meñ nii xsyob lady kwáy (arrieros).

Pero hay un elemento que seguramente muy pocos tienen en cuenta y que ha estado presente por muchos años, allá en el fondo, ambientando el panorama, armonizando los bailes de la cuadrilla y acompañando gritos como ¡un pok siléncy, un pok siléncy! cual banda sonora de una película en la que finalmente no aparecen los créditos de tan significativo intérprete.

Este socialmente ignorado elemento es la presencia del señor Isidro Morales que ha fungido como ejecutante del violín desde hace tanto tiempo que hay quienes ni recuerdan cuándo. Y lo que es peor, dan por hecho que siempre estará allí para ambientar la fiesta. Pero no es así.

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