lunes, 29 de octubre de 2012

A propósito del día de muertos: Los zapotecos somos precursores


Aunque en las grandes ciudades de México, especialmente de los que se encuentran en la zona norte del país y con mayor frecuencia en la clase media existe una fuerte influencia de la tradición estadounidense del día de brujas o «Hallowen», en los pueblos con más arraigo en el campo y en los que existe menos movilización como Quioquitani, las antiguas tradiciones con respecto a la muerte y la actitud hacia los muertos aún es muy fuerte.
Y no es para menos, pues nuestros ancestros zapotecas constituyeron una de las culturas prehispánicas que más celebraba o veneraba a sus antepasados difuntos o tooxey, (Ngwlás para ser más exactos). Muestra de ello son las prácticas que vemos en los pueblos herederos de esa gran nación y cuyos asentamientos se localizan en el Valle, en el Istmo, en la Costa y por supuesto en la Sierra Norte y Sur de Oaxaca.
A propósito del día de muertos que la Iglesia Católica estableció para su celebración el 2 de noviembre, con gusto compartimos tres referencias al respecto:

1. En Quioquitani, una de las prácticas que durante muchos años se llevó a cabo es la espera de los muertos durante la noche del 31 de octubre. Hombres de todo el pueblo acudían puntualmente a la Iglesia ese día, y tras unos rituales que eran aderezadas con infinidad de anécdotas populares y personales, velaban en los alrededores del templo y en la parte superior de ésta, cerca del campanario. Justo a la medianoche comenzaban a tocar las campanas anunciando que «...lëë tooxey sëëd... lëë tooxey nonche leñ xkyedzyno...», las campanadas continuaban el resto de la noche y durante dos o tres días más. Su función, junto con las velas y veladoras era orientar a tooxey y tooxusy par nii knitytii me, este elemento altamente simbólico se sumaba a los demás como las flores, el chocolate y todo el fenomeno social para configurar una experiencia inolvidable y única que trascendía las acciones y se inscribía en el alma de cada uno de los quioquitecos y sus visitantes.



2. Como muestra de las prácticas zapotecas hacia sus muertos, compartimos una vez más el siguiente texto titulado, El Antiguo Espíritu Zapoteca y que se puede encontrar en su versión completa en el sitio: http://quioquitani.mex.tl «Uno de los aspectos de la religión zapoteca que fue malinterpretado por los españoles del siglo XVI fue la veneración de los antepasados reales. Cuando los señores o los cónyuges reales morían, a menudo se les veneraba como seres que podían interceder en favor de su pueblo ante las grandes fuerzas sobrenaturales como el Rayo. A decir verdad, se creía que los gobernantes extintos se transformaban en nubes, e incluso en la actualidad algunos hablantes de zapoteco se refieren a sus antepasados como binigulaza, o «pueblo viejo de las nubes».

En las comunidades del siglo XVI, los españoles registraron decenas de supuestos «dioses», pero cuando traducimos los nombres reales de aquellos «dioses», resulta que en su mayor parte fueron antepasados reales venerados. Muchos tienen nombres tomados del calendario de 260 días, y aún algunos incluyen títulos reales como coquí o xonaxi. Si se agrega el hecho de que casi no hay sobreposición de nombres de una a otra comunidad, parecería que cada población venerara a sus propios gobernantes difuntos y no a un panteón de «dioses» zapotecas. En realidad, los españoles habrían estado más cerca de la realidad si hubieran calificado a aquellos heroicos antepasados de «santos» y no de «dioses»

Un documento colonial de Ocelotepec, población zapoteca de las montañas del sur del valle de Oaxaca, habla de un famoso coquí llamado Petela, o «4 perro», quien murió poco antes de la conquista española. Tras su muere, los nobles zapotecas «lo recordaron como a una divinidad [ … ] y le ofrecieron sacrificios como a u dios». El administrador español Bartolomé de Piza buscó los restos mortales de señor Petela, que encontró «sepultados y embalsamados» y que luego incineró para combatir la que él consideró una práctica pagana. Cuando una peste asoló Ocelotepec seis meses después, matando a más de 1200 personas, los nobles zapotecas «regresaron a ofrecer sacrificios a Petela sobre las cenizas de los huesos incinerados por Piza, pues él [Petela] era el intercesor ante (la deidad) que invocaban para que alejara la peste».


3. Por último, como muestra de que nosotros los zapotecos (alrededor de 750,000 actualmente), aún somos un gran pueblo y estamos presentes en el ciberespacio, compartimos la red social de los zapotecos del mundo llamada precisamente: http://zapotecosdelmundo.ning.com En ella están registrados casi siete mil zapotecos orgullosos de su pueblo y comparten «un espacio para levantar telones, organizar velas, comer totopo y fluir el alma ausente en medio del bullicio de los aromas del pueblo»

En este espacio virtual, usted puede econtra un grupo de los zapotecos de la Sierra Sur que es la región a la que Quioquitani pertenece, puede escuchar, leer experiencias, opiniones, anécdotas, leyendas, poemas y canciones de un pueblo que es orgulloso heredero de una civilización cuyas prácticas y creencias se puede rastrear a lo largo de los milenios que nos anteceden, un pueblo que tiene costumbres que no nacieron hace cien o doscientos años sino hace miles de años. Somos zapotecos, apreciamos y recordamos a nuestros muertos: «...por nii lëë tooxey, pstsiñle lo kysliugo, kysliu laanii kcheno ktsiñrenoo klyeedrëë...» Como zapotecos quioquitecos, con orgullo decimos, «TYUX XAA SII... TYUX PE NO TOOXEY»

viernes, 5 de octubre de 2012

Frío, magia e inspiración en Quioquitani

Llegó el mes de octubre, pronto entrará el otoño y en Quioquitani se respira un aire más helado que de costumbre. Es un clima que presagia grandes transformaciones y majestuosos eventos; un ambiente que enmarca significativas experiencias.
Un niño, sentado en una loma en las cercanías de kiytioosy ve cómo el cielo y la tierra se unen ante sus ojos mientras disfruta del delicioso aroma de la tierra bañada con el rocío de la noche y del sonido de las hojas de los árboles murmurando. Aqui en la tierra se están preparando, allá en el cielo los están despidiendo; prondo llegarán, hay que prepararles el camino vienen con grandes noticias y llenos de felicidad ante la expectativa de veràn a sus familiaras. Luego, tal vez se queden para las fiestas del pueblo y todavía los oigamos juguetear durante las posadas.
Allá en el cielo, personajes angelicales ordenan el escenario que deberá presenciar las suntuosas ceremonias de los próximas meses; por eso el cielo retumba a veces, algo están acomodando. No sabemos cómo son los eventos realmente; a nosotros como niños nos está reservada esa información, aunque he visto a los adultos comentar acerca de ese lugar cada año y en su expresión veo felicidad y sorpresa cada vez que tocan el tema. Pero una cosa es segura, todos estamos invitados y en cualquier momento vendrán por mi. Aqui en la tierra, la gente también prepara un escenario: se cocina, se ordena, se limpia, se preparan los espiritus ante la inminencia de su llegada.
No es sólo la venida de los muertos, ni la fiesta en que se celebra a la imagen de la Patrona del Pueblo, no son sólo las posadas y la nochebuena. Esas fiestas sólo son hitos, referencias visibles de algo más grande; algo que va más allá de nuestro entendimiento, algo que se contempla con el alma, una experiencia que produce tristeza a la vez que una inmensa alegría, miedo a la vez que deseo. Son cambios mágicos allá en el cielo y aqui en la tierra.
Sí, el cielo y la tierra se unen como todos los años, hay magia en Quioquitani, inspiración en los corazones, y, aunque sólo sea en el alma de un niño disfrutando el paisaje, pronto veremos grandes transformaciones y trascendentales eventos que marcarán nuestra vida y tal vez nos abran el portal a un mundo mejor que el que actualmente tenemos en nuestro pueblo.