viernes, 5 de octubre de 2012

Frío, magia e inspiración en Quioquitani

Llegó el mes de octubre, pronto entrará el otoño y en Quioquitani se respira un aire más helado que de costumbre. Es un clima que presagia grandes transformaciones y majestuosos eventos; un ambiente que enmarca significativas experiencias.
Un niño, sentado en una loma en las cercanías de kiytioosy ve cómo el cielo y la tierra se unen ante sus ojos mientras disfruta del delicioso aroma de la tierra bañada con el rocío de la noche y del sonido de las hojas de los árboles murmurando. Aqui en la tierra se están preparando, allá en el cielo los están despidiendo; prondo llegarán, hay que prepararles el camino vienen con grandes noticias y llenos de felicidad ante la expectativa de veràn a sus familiaras. Luego, tal vez se queden para las fiestas del pueblo y todavía los oigamos juguetear durante las posadas.
Allá en el cielo, personajes angelicales ordenan el escenario que deberá presenciar las suntuosas ceremonias de los próximas meses; por eso el cielo retumba a veces, algo están acomodando. No sabemos cómo son los eventos realmente; a nosotros como niños nos está reservada esa información, aunque he visto a los adultos comentar acerca de ese lugar cada año y en su expresión veo felicidad y sorpresa cada vez que tocan el tema. Pero una cosa es segura, todos estamos invitados y en cualquier momento vendrán por mi. Aqui en la tierra, la gente también prepara un escenario: se cocina, se ordena, se limpia, se preparan los espiritus ante la inminencia de su llegada.
No es sólo la venida de los muertos, ni la fiesta en que se celebra a la imagen de la Patrona del Pueblo, no son sólo las posadas y la nochebuena. Esas fiestas sólo son hitos, referencias visibles de algo más grande; algo que va más allá de nuestro entendimiento, algo que se contempla con el alma, una experiencia que produce tristeza a la vez que una inmensa alegría, miedo a la vez que deseo. Son cambios mágicos allá en el cielo y aqui en la tierra.
Sí, el cielo y la tierra se unen como todos los años, hay magia en Quioquitani, inspiración en los corazones, y, aunque sólo sea en el alma de un niño disfrutando el paisaje, pronto veremos grandes transformaciones y trascendentales eventos que marcarán nuestra vida y tal vez nos abran el portal a un mundo mejor que el que actualmente tenemos en nuestro pueblo.


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