jueves, 11 de julio de 2013

Lëë Noo nak Jehová: La Deidad no conocida

Entre las consecuencias de la arrolladora influencia católica de los conquistadores españoles, podemos mencionar aquellas que atañen al vocabulario religioso. Como es sabido, el adoctrinamiento de nuestros pueblos originarios por parte de los monjes implicó el intento de aniquilación de todo vestigio de las creencias ancestrales zapotecas.
Para el caso de Quioquitani, por ejemplo, en el vocabulario actual para referirse a los seres espirituales (y algunos no tanto) hemos heredado las siguientes palabras que los católicos nos impusieron hasta lograr incorporarlos en la cosmovisión de nuestros antepasados y hacer creer que formaban parte de nuestra cultura:

Angly para referirse a un ángel o ángeles.
Jesús y Críst en referencia al Cristo bíblico
Diós o Tiós para denominar a Dios.
Este grupo de tres nombres son claramente hispanismos, palabras en español que fueron insertadas al zapoteco de Quioquitani, y con ellas, se incorporaron también el conocimiento sobre estos seres espirituales que hasta antes de la llegada de los conquistadores seguramente eran desconocidos.

Existe un segundo grupo de términos que no son necesariamente hispanismos pero cuyos significantes son evidentemente aportados por la cultura de la religión importada. Estos son:

Xáatôx  o también meñtôx para nombrar al diablo o los demonios.
Kyalbiní Ntson Para referirse al Espíritu Santo
Mdyo Para dirigirse a las imágenes sagradas (santos) excepto a la imágen de María en cualquiera de sus versiones.
Nâybaa que se ha reservado específicamente para aludir a la imágen, concepto y doctrina de la llamada madre de Dios.


Pero a pesar de siglos de bombardeo doctrinal católico, los quioquitecos podemos preciarnos de contar con un remanente (tal vez el último), de la verdadera expresión zapoteca de Quioquitani para un ser espiritual. Una expresión que al parecer ha sobrevivido varios siglos y ha llegado hasta nuestros tiempos para mostrarnos una inevitable verdad: el ser espiritual al que se refiere, es supremo y ha estado siempre entre nosotros, de manera que en el día del juicio no podamos excusarnos diciendo «es que yo no sabía», como dice Pablo a los Romanos.
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